Si buscas un psicólogo infantil en Pamplona, en nuestro centro ofrecemos una atención psicológica personalizada para abordar los problemas más comunes en niños y niñas: dificultades escolares, miedo a ir al colegio, problemas de conducta, rabietas, timidez, miedos, fobias, trastornos de atención (TDAH), dificultades de aprendizaje, acoso escolar, autismo, problemas familiares o duelos.
Cada niño es único y necesita un enfoque adaptado a su manera de ser y al entorno en el que crece. Por eso, el trabajo del psicólogo infantil se centra en comprender su situación global para ofrecer soluciones específicas y eficaces. Además, el proceso incluye el acompañamiento y asesoramiento a los padres, que tienen un papel fundamental en la mejora del bienestar de sus hijos.
Con un diagnóstico adecuado y una atención temprana, muchos problemas infantiles pueden superarse, favoreciendo el bienestar y la seguridad emocional de los niños y niñas.
En la psicoterapia infantil, el vínculo entre el niño y el terapeuta es clave. A través de esta relación de confianza, el psicólogo infantil actúa como guía y apoyo, ayudando al niño a superar sus dificultades, potenciar sus recursos internos y desarrollar sus habilidades emocionales y cognitivas. Nuestro trabajo se basa en un abordaje integral, que incluye tanto al menor como a su entorno familiar y escolar.
El primer paso es una evaluación inicial que permite comprender la situación del niño de manera global. Incluye entrevistas con los padres, sesiones con el menor y, si es necesario, contacto con el colegio. Analizamos el temperamento, desarrollo y contexto familiar, identificamos las causas del malestar y diseñamos un plan de tratamiento adaptado. También elaboramos informes psicológicos cuando los padres lo solicitan.
La terapia se adapta a la edad y etapa evolutiva del niño. Utilizamos recursos como juegos, cuentos o dibujos, que facilitan la expresión emocional y la comunicación. A través de estas dinámicas, el menor aprende a reconocer y gestionar sus emociones, encontrar alternativas a los problemas y desarrollar habilidades sociales y de empatía. El objetivo es que el niño viva la terapia como un espacio positivo y motivador, donde además se estimulan sus competencias cognitivas y narrativas.
El proceso terapéutico incluye un acompañamiento específico a los padres, para resolver dudas, disminuir la ansiedad y proporcionar herramientas de crianza. Se trabajan estrategias para manejar rutinas, conflictos y tareas escolares, así como para apoyar al niño en la regulación emocional. Además, el psicólogo mantiene una coordinación con el colegio cuando es necesario, facilitando así un abordaje completo del problema.
Psicólogo Infantil en Pamplona | Pide una cita
Un psicólogo infantil no sustituye a los padres, sino que trabaja junto a ellos para favorecer el bienestar emocional y psicológico del niño. Cuando la familia y el terapeuta colaboran, el tratamiento es mucho más eficaz. Si queréis iniciar un proceso de terapia infantil en Pamplona, primero realizaremos una breve entrevista para valorar la situación. Después, os orientaremos sobre el profesional que mejor se ajuste a las necesidades de vuestro hijo.
Los psicólogos infantiles en Pamplona están preparados para abordar una amplia variedad de dificultades emocionales, conductuales y de aprendizaje. En la mayoría de los casos, se trata de problemas habituales en la infancia que, con un tratamiento adecuado y temprano, pueden superarse con éxito.
A lo largo de los años hemos acompañado a muchos niños y familias a mejorar su bienestar, siempre con la prioridad de cuidar la salud emocional y el desarrollo sano de los más pequeños.
Cuando los dificultades escolares se mantienen en el tiempo y generan preocupación en la familia, es recomendable consultar con un psicólogo infantil. Estos problemas pueden manifestarse como bajo rendimiento académico, falta de concentración, conflictos con compañeros, dificultades de integración (por timidez, agresividad, etc.) o una mala relación con profesores.
En muchos casos, son los propios tutores quienes dan la primera señal de alarma. El psicólogo infantil en Pamplona realiza una evaluación detallada para identificar las causas y establecer un plan de intervención. Además, cuando es necesario, se trabaja en coordinación con el colegio, favoreciendo la motivación y la adaptación del niño en su entorno escolar.
En el proceso de socialización, algunos niños pueden presentar timidez excesiva, aislamiento, conflictos frecuentes o dificultades para participar en actividades grupales. Estos problemas pueden darse tanto en el entorno escolar como en la familia o con otros niños de su entorno.
Las habilidades sociales son esenciales para el bienestar y la autoestima. En terapia se ayuda a los niños a mejorar su empatía, asertividad, cooperación e integración, al mismo tiempo que aprenden a gestionar miedos y expectativas sociales. Esto les permite relacionarse con mayor seguridad y confianza, favoreciendo un desarrollo emocional más equilibrado.
Entre los problemas de conducta más comunes en la infancia se encuentran la desobediencia constante, la negación a cumplir normas, la pasividad, o la agresividad hacia padres, profesores o compañeros.
En terapia, el objetivo es comprender el origen del comportamiento y atender las necesidades emocionales que lo provocan. El psicólogo ayuda al niño a mejorar el control de impulsos y la gestión emocional, mientras trabaja con los padres para reforzar conductas positivas y reducir aquellas que resultan inadecuadas.
Situaciones como el bullying o el maltrato físico, verbal o sexual requieren una detección temprana y una intervención profesional inmediata. Estas experiencias superan los recursos habituales de los niños y pueden generar ansiedad, retraimiento, somatizaciones, hipervigilancia, hiperactividad o conductas agresivas.
En estos casos, la terapia infantil ofrece un espacio seguro para elaborar el trauma y canalizar las emociones asociadas, mientras que los padres reciben orientación para afrontar el problema de forma adecuada a la edad y nivel de comprensión del niño.
El manejo de las emociones en la infancia es esencial, ya que influye directamente en la autoestima, las relaciones y el rendimiento escolar. A veces, estas emociones se desbordan y es necesario contar con ayuda profesional.
Algunos de los problemas emocionales más frecuentes son:
Rabietas e intolerancia a la frustración: conductas como golpear, morder, romper objetos o dificultad para aceptar límites.
Ansiedad, terrores y fobias: terrores nocturnos, miedos intensos, obsesiones, rituales o tics nerviosos.
Depresión infantil: apatía, irritabilidad o pérdida de interés por actividades antes gratificantes.
Otras dificultades emocionales: sentimientos persistentes de culpa o vergüenza que limitan su desarrollo.
En terapia, el psicólogo infantil enseña a los niños a reconocer, expresar y regular sus emociones, conectándolas con sus pensamientos y sensaciones corporales. Este aprendizaje les ayuda a afrontar los desafíos de la vida con mayor seguridad y equilibrio.
La adopción es un proceso lleno de ilusión y felicidad, pero también puede traer consigo retos emocionales y de adaptación. Algunos niños llegan con experiencias previas difíciles —como abandono, negligencia o maltrato— que pueden influir en su integración.
La terapia infantil acompaña al niño en su incorporación a la nueva familia, ayudándole a procesar y superar posibles traumas. Al mismo tiempo, los padres reciben apoyo y orientación para que la adaptación se realice de manera saludable y enriquecedora para todos.
Algunos niños presentan dificultades en el entorno familiar, como celos intensos entre hermanos, enfrentamientos constantes con los padres o conductas desafiantes.
En terapia se realiza una evaluación integral del niño (emocional, conductual y cognitiva) y se identifican las dinámicas familiares que generan conflicto. A partir de ahí, se orienta a los padres para establecer modelos de convivencia más positivos, que favorezcan el bienestar y la armonía en casa.
Los trastornos del aprendizaje, como la dislexia, disgrafía o discalculia, pueden afectar al rendimiento escolar y a la autoestima del niño si no se detectan y tratan a tiempo.
Asimismo, dentro de los trastornos del espectro autista (TEA), como el síndrome de Asperger, el autismo o el trastorno generalizado del desarrollo, es fundamental una intervención temprana y especializada que favorezca la comunicación, la autonomía y la integración social del menor.
La terapia infantil ofrece recursos para estimular habilidades, potenciar capacidades y acompañar a las familias en todo el proceso de desarrollo.
Los trastornos alimentarios en la infancia requieren atención temprana para evitar complicaciones futuras. Entre los más frecuentes encontramos:
Anorexia infantil: aunque más habitual en la adolescencia, cada vez aparece en edades más tempranas. Suele estar vinculada a problemas de autoimagen y a la restricción de alimentos. Es esencial detectarla y tratarla cuanto antes.
Bulimia: caracterizada por atracones seguidos de purgas (vómitos autoinducidos o uso de laxantes). Su origen suele estar en una baja autoestima y en dificultades emocionales.
Obesidad infantil: considerada una de las grandes problemáticas actuales. Afecta no solo a la salud física, sino también a la autoestima y autoconcepto de los niños, que pueden sufrir rechazo social o inseguridad.
Miedo a atragantarse: tras experiencias traumáticas con la deglución, algunos niños rechazan alimentos sólidos y prefieren purés o líquidos. Este miedo puede limitar su alimentación y requiere intervención especializada.
La terapia infantil ayuda a comprender el origen del problema, modificar los hábitos y trabajar la dimensión emocional que acompaña a estos trastornos.
A lo largo de la infancia, los niños pueden enfrentarse a pérdidas o cambios importantes que, en la mayoría de los casos, logran asimilar de forma natural. Sin embargo, cuando la experiencia es traumática o inesperada, puede generar un malestar persistente que requiere la ayuda de un profesional.
Situaciones como separaciones, divorcios, mudanzas, cambios de colegio o la pérdida de un ser querido pueden afectar al estado de ánimo y al comportamiento del niño. La terapia infantil le ofrece un espacio para expresar y elaborar sus emociones, facilitando que pueda adaptarse de una manera más sana y segura.
Los problemas de atención en la infancia suelen manifestarse en forma de dificultades de concentración, hiperactividad o TDAH. Estos síntomas generan frustración tanto en los niños como en los padres, que a menudo se sienten desbordados ante la falta de calma o el exceso de nerviosismo.
En terapia se trabaja para que el niño desarrolle habilidades básicas de atención: aprender a focalizar, tomar decisiones y mantener la concentración. La intervención incluye también el abordaje de factores emocionales y familiares, ofreciendo a los padres pautas prácticas para favorecer el equilibrio y el bienestar del menor.
Somatizaciones: a veces los niños presentan síntomas físicos sin causa médica aparente, como dolores de estómago, vómitos, tartamudez o dificultades para tragar. En estos casos, el psicólogo infantil investiga el origen emocional de los síntomas y trabaja para reducirlos.
Trastornos del sueño: el insomnio, las dificultades para conciliar el sueño o los terrores nocturnos pueden afectar al bienestar y al rendimiento escolar. En terapia se atienden las causas subyacentes y se realizan pautas de reeducación del sueño junto con los padres.
Problemas en el control de esfínteres: cuando, más allá de los 4 o 5 años, persisten episodios de enuresis o encopresis, es importante explorar factores emocionales como la ansiedad o la oposición conductual. El tratamiento busca reducir la angustia y favorecer un desarrollo adecuado.
En nuestro centro de psicología infantil en Pamplona contamos con espacios acogedores y adaptados para el trabajo con los más pequeños. Queremos que tanto los niños como sus familias se sientan cómodos desde el primer momento.
Nuestras salas de terapia están preparadas con materiales específicos para el trabajo psicológico infantil, en un entorno cálido y seguro que favorece la expresión y el aprendizaje.
"Nuestra hija tenía mucho miedo a ir al colegio, lloraba cada mañana y nos resultaba imposible tranquilizarla. La terapia nos ayudó a comprender qué había detrás de esa ansiedad y a darle herramientas para afrontarla. Ahora va con más seguridad y nosotros también estamos más tranquilos."
Lucía, 8 años
(Ansiedad escolar)
"Desde hace un tiempo nuestro hijo no quería relacionarse con otros niños, prefería estar solo y se aislaba en casa. Gracias al trabajo en terapia ha mejorado su confianza y ahora participa en juegos y actividades con sus compañeros."
Álvaro, 10 años
(Dificultades sociales)
"Tras la separación nos preocupaba cómo iba a llevar nuestro hijo los cambios. Estaba triste, irritable y tenía problemas para dormir. En terapia aprendió a expresar lo que sentía y nosotros recibimos pautas para acompañarle mejor. Hoy está más estable y sonríe mucho más."
Martín, 9 años
(Duelo por separación)
"Nuestra hija tenía rabietas muy intensas, rompía cosas y se frustraba con facilidad. Nos sentíamos agotados y sin recursos. En terapia aprendimos técnicas para manejar esos momentos y ella poco a poco ha mejorado su autocontrol."
Paula, 6 años
(Rabietas y control emocional)
Los niños muchas veces no son conscientes de que algo les ocurre o creen que es normal, por lo que suelen ser los padres o los profesores quienes detectan los cambios. Consultar con un psicólogo infantil no significa exagerar, sino actuar a tiempo para prevenir que un problema se agrave.
Algunas situaciones en las que conviene pedir ayuda son:
Cambios evidentes en el estado de ánimo: abatimiento, enfado o retraimiento poco habitual.
Problemas que no desaparecen y afectan a gran parte de su vida diaria.
Comportamientos repentinos o regresiones en su desarrollo (rabietas, celos, pérdida de habilidades).
Dificultades en varias áreas: colegio, familia y relaciones sociales.
Experiencias traumáticas: bullying, abuso o pérdidas significativas.
Cuando los padres se sienten desbordados, inseguros o sin recursos para manejar la situación.
Pedir ayuda profesional no es un signo de debilidad, sino una forma responsable de apoyar a los hijos y facilitar su bienestar.
Es natural que, cuando algo preocupa de nuestro hijo, aparezca el miedo y la duda sobre si es algo grave. También es normal sentir cierta reticencia a consultar con un psicólogo infantil.
En la mayoría de los casos, los problemas que presentan los niños tienen un origen identificable y, con un tratamiento adecuado, se pueden superar. Esto no solo mejora su calidad de vida en el presente, sino que también favorece un desarrollo emocional y psicológico sano a futuro.
La terapia infantil es un espacio seguro y acogedor, donde tanto los niños como los padres se sentirán escuchados y acompañados.
Lo habitual es que el niño acuda a sesión una vez por semana y que los padres participen en encuentros mensuales de seguimiento. De esta forma se atiende tanto al menor como al entorno familiar.
En consulta, los niños suelen mostrarse cómodos y motivados, ya que el juego es la principal herramienta terapéutica. Aunque pueda parecer solo entretenimiento, el juego permite diagnosticar, expresar emociones y simbolizar los conflictos internos, siendo clave en el proceso de recuperación y desarrollo.
Los padres son una parte fundamental de la terapia infantil. No solo reciben orientación y apoyo psicológico, sino que también participan activamente en el proceso de recuperación de sus hijos.
Es habitual que los padres se pregunten “¿Qué estamos haciendo mal?”, pero lo cierto es que su implicación es lo que más facilita la mejora del niño. El psicólogo trabaja en alianza con la familia: ayuda a comprender el origen de los problemas —que suelen estar relacionados con múltiples factores como el entorno, el temperamento o las experiencias vividas— y enseña a los padres a aplicar estrategias concretas que favorecen el bienestar de sus hijos.
Compartir experiencias con otros padres puede ser útil y reconfortante, pero cuando existe un problema concreto en el niño, suele ser insuficiente. Estos casos requieren una evaluación profesional y estrategias terapéuticas específicas que van más allá del apoyo entre familias.
A la hora de buscar un profesional para tu hijo, conviene tener en cuenta algunos aspectos clave:
Formación especializada: asegúrate de que tenga experiencia en psicología infantil y, si es posible, formación complementaria en áreas como trastornos del aprendizaje o terapia familiar.
Metodología de trabajo: pregunta cómo realiza la evaluación y en qué se basan sus intervenciones (juego, técnicas cognitivas, trabajo con padres, coordinación con el colegio).
Implicación de la familia: un buen psicólogo infantil incluye a los padres en el proceso y ofrece pautas claras para aplicar en casa.
Entorno seguro y acogedor: es importante que el espacio de trabajo esté adaptado para que los niños se sientan cómodos y motivados.
Confianza y cercanía: la relación entre psicólogo, niño y familia debe generar seguridad, respeto y empatía.
Con estas claves podrás encontrar un profesional que no solo atienda a tu hijo, sino que también os acompañe como familia.